El poder de la música
En el post de hoy, vamos a hablar de uno de los grandes logros de la vida, todos y todas tenemos alguien cercano que sufre demencia o esa cruel enfermedad denominada Alzheimer, la solución para intentar aliviar esa enfermedad está al alcance de todos; la música.
El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa que se manifiesta como deterioro cognitivo y trastornos conductuales. Una enfermedad incurable y muy dura, no solo para los que la sufren sino para el entorno más cercano del enfermo. Actualmente, los fármacos que existen para combatir esta enfermedad no frenan su progreso, sus fases avanzan y solo pueden mejorar en algunos aspectos su calidad de vida. Pero siempre existe una alternativa para sobrellevar de la mejor manera posible esta enfermedad y, el bienestar de la persona afectada. Son «terapias de no prescripción médica« que pueden aportar beneficios en el ámbito de la comunicación con el entorno y ayudar a controlar los trastornos de conducta que se sufren .
Una de las mejores terapias de tipo no médico para ayudar a combatir el Alzheimer es: la MÚSICA.
La música es una de las experiencias sensoriales, motoras, cognitivas y emocionales más potentes y diversas que el ser humano puede disfrutar. La música está presente en nuestro día a día, nos evoca recuerdos, aflora emociones, proporciona bienestar, alivia el estrés, activa nuestro cerebro…nos puede ayudar a recordar o , si lo preferimos a olvidar, pero sobre todo nos acerca a los demás.
En la búsqueda para combatir esta cruel enfermedad como es el Alzheimer, hay estudios que confirman que la música evoca emociones que influyen en nuestro sistema nervioso autónomo, estimula el funcionamiento cognitivo y activa el cerebro involucrando simultáneamente múltiples regiones. Por eso, se ha comprobado que las personas con Alzheimer que escuchan música activan sus recuerdos. Este efecto estimulante de la música se potencia si las canciones son significativas para esa persona y, tienen una vinculación emocional con sus recuerdos y vivencias, creando así la «banda sonora de su vida».
Cuando una persona cercana sufre Alzheimer, debemos averiguar qué tipo de música le gustaba, o cuáles eran sus grupos o solistas favoritos, canciones de su época, qué le gustaba bailar, si cantaba en algún coro o formaba parte de un grupo musical, xaranga, etc., para así conseguir que ese enfermo active su cerebro y generarle una situación de felicidad.
Por tanto, la música origina muchos beneficios cuando una situación de estas características se vive en un entorno familiar, la música potencia las relaciones de la persona enferma con su entorno, facilita la tarea del cuidador y, ofrece un elemento de conexión con sus familiares. Por este motivo, la mejor terapia no farmacológica es dedicar cada día, un ratito de nuestro tiempo a escuchar música juntos, a cantar o, incluso, a bailar para así crear espacios compartidos y vínculos de unión entre la persona afectada y su cuidador, así como el entorno familiar en el que resida.